Basta ya de aquello: “si no me pagan, no meto goles”, que ha hecho estragos en la mística peruana. Si no me pagan bien, entonces no meto goles. Esta fatídica frase fue dicha por un muerto de hambre, un vago ignorantón que tuvo la suerte de llegar bamboleándose a jugar en la profesional hace unos diez años atrás, calando, como un rayo, en la roca dura de la cotidiana deportiva. No tenía sino trapos en vez de sesos, una cuota de vileza, y la gula para pedir churrascos y lujosos autos del año. Se lo dieron. Y miren cómo esta actitud hizo estragos a la mística peruana. Hoy de ciertos jugadores millonarios, sensuales, en un país donde la pobreza y el analfabetismo son una cachetada para su población, cuya esperanza es tan solo ser un poquito felices ante la TV cuando juega el representativo. Hoy, la crítica impertinente y la palabrería hueca ocupan el palco que antes solo miraba el arte de la jugada maestra, el pundonor del equipo y gritar el gol.
Escribo inusualmente estas líneas, tras la derrota ante el seleccionado de Chile. Lo primero, que saquen de sus cargos por la razón o por la fuerza a Manuel Burga y Guillermo “Chemo” Del Solar, por cuestión moral. Es insostenible que estos dos sujetos humillen el amor propio, la autoestima, la vergüenza y el pundonor de todos los peruanos so pretexto del capricho y el reglamento tramposo. ¿No podemos? ¿No podemos armar tres representativos que debe preparar Perú sin que luego se negocien como jugadores tipo Manco cuando era de corazón puro como en los Jotitas?
Escribo con la autoridad de mis ejemplos, los entrenadores de magistrales selecciones: El Húngaro Jorge Orth, el brasileño Waldir Pereira “Didí, el peruano Marcos “Chueco” Calderón. Estos grandes enseñaban fútbol, no el sonsonete fulbito. Y un señor de señores, como Don Jaime Salinas, hombre serio y decente, querido y exitoso. Tremendo respeto que le guardó la nación como Presidente de la FPF. Recuerda, Oh, Dios, las jugadas del carioca Garrincha o del guerrero argentino, guapeador, Néstor Raúl Rossi, de Brasil y Argentina, respectivamente. Del rey Pelé, y su corte con doble salto de cisne.
Para jugar el fútbol, un corazón del tamaño de aerolito hay que tener. Y la templanza y la constancia del germano. La velocidad de un venado. Y la patada de la mula de mi tío Venancio. Los alemanes, son metódicos y constantes, y como siempre se mantienen arriba. Desde el gran capitán Beckembauer, amo y señor del medio campo hasta Ger Muller o Ballak.
Jugué desde niño a adulto por mi Barrio de Jesús María, mi Universidad y en campeonatos del Estadio Nacional. Conozco en carne, la garra deportiva y las camillas del hospital. Y tomo las palabras de mi colega deportivo de aquí, en La Razón, cuando mordiendo la derrota ante un mediocre Chile, de entre los 28 millones de peruanos, dijo: “Fue un 3-1 que nos eliminó de Sudáfrica, fue una derrota que dolió tanto como Arica, fue un equipo que se hundió en mar territorial. Fue la victoria que Bielsa(entrenador de Chile) regaló a un país para enrostrársela al rival hablador, porque ahora solo queda eso: palabras”.
Retorno del honor y la pasión
Decir que Magaly Medina, controvertida periodista de espectáculos, tiene la culpa de que el Perú pierda por “ampayar” a los seleccionados estrella en juerga al extremo de que no sean convocados, es una sandez.
Hablemos claro, tal cual. Falta honor y pasión. Eso se enseña. Honor como el del gran marino Grau y pasión como la de Túpac o Cahuide.
¿Qué desear ahora? Levantar el ánimo. Hacer las cosas que los gobiernos no hacen. Chile es pan comido y todo está en la mente. Recuerden sus caras en 1972 y el sonar de tanques en las vilcas de Tacna. Y lo digo así, sin ascos, porque fui testigo en Arica, cómo los niños dicen con desdén. Ah, peruanitos de m…. poco después que en sus colegios, en sus carpetas, con transportadores de trazo a 45 grados, desde Santiago, trazaban sus curvas hasta llegar a Nazca. “Hasta aquí, nos vamos, pú”. Qué difícil resulta ahora verlos con el 75% de manejo chileno en nuestros puertos y diciendo: “Chile defenderá sus intereses a costa de cualquier precio, estén donde estén. Y este partido, lo ganaron como si estuvieran en su cancha. Porque, señores, una cosa es Pablo Neruda y otra Pinochet, el que manda en el espíritu de su gente.
Cómprale al Perú
Una cosa es cómprale al Perú y otra es comprar producto chileno creyendo que es peruano.
¿Por qué no ponen el sticker o calcomanía de una escarapela peruana a todos los productos que son de manufactura peruana? Los peruanos a la francesa o a la sueca, son muy queridos en Chile. ¿Qué lindos regalos! Tierras peruanas a granel, malls y megatiendas, aeropuertos y puertos en manos chilenas. Que nos instruyan los progres si esto es parte de un trasnochado internacionalismo proletario ¿O qué? Porque no vemos la justificación cara a cara y sin temores de parte de los gobernantes del 90 hasta ahorita, lapso en que se cuelan los rotos.
¿Qué pedir? Cubillas por Burga y Oblitas por Chemo. Y considerar seriamente a Challe. Tienen pelotas, amor al Perú y autoridad moral.
Porque hay que remitirse al pasado para saber, comparar y concluir. Y el pasado no se puede abolir. Y quien no lo conoce, no sabe ni entiende si pisa bien el presente, y mucho menos, el porvenir. La historia cuenta con sus buenos ejemplos. Pero se han olvidado de ellos, y los paradigmas poco se publican.
Eran titanes en el 55 y 60
Un ejemplo. De menos a más. Los compadres vinotinto Valeriano López y Guillermo Barbadillo, legendarios jugadores del Sport Boys, eran proclives a la juerga nocturna irrumpida solo por la limpidez de las madrugadas. Los negros pícaros en sus fondas tomaban sus piscos atrevidos entre pecho y espalda. Toda la noche. Y se iban sin baños turcos ni caldos de gallina, a entrenar entre neblinas. No había nacido Magaly, por entonces.
Pero, poco hubiera hecho con sus impertinencias, si entonces. Tampoco hubiera convencido. Eran poetas del salto y de la quimba, la alegría y el arte de los pies en el verde pasto que inspiró a un niño como César Cueto a escribir después jugadas de lujo con la zurda delirante. El fútbol como arte, no como karate. La picardía peruana alegre como el tondero o la coqueta norteña.
Valeriano era temible. Avanzaba, su compadre Willy Barbadillo por la punta derecha, su puesto, desmarcando a uno, dos tres hombres. ¿tomó gasolina? Lo cierto es que el Estadio estaba de pie y el moreno centrando en preciso desde la misma línea del corner. Y ya, compadrito, que este pecho quiere el balón. Elevado, Valeriano les ganó en el salto. Y de un potente cabezazo, comparable al efecto de un cataclismo, metía la redonda al fondo de las redes.
Tremendos machazos
La diferencia entre estos y aquellos, es que los de otrora, eran muy buenos. Valeriano rompía los palos del arco a cabezazo y Lolo Fernández, las redes a puro cañonazo. Barbadillo, era la alegría, la sagacidad del fútbol. Más luego, Challe, matemático en el pase y cerebral en la jugada como el cabezón Mifflin. A nadie le interesaba que tomaran sus tragos, sino cómo rendían en cancha. Y no ganaban como estrellas de Hollywood, con las mariconadas de hoy encima. Y no defiendo ni justifico el alcoholismo en el deporte, porque es incompatible.
Hombrazos, los de ayer, como Juan Joya, Gómez Sánchez, el loco piurano Juan Seminario, y el que le hizo un gol de chalaca al Brasil, el maestrito Miguelito Loayza, del Ciclista Lima. ¿mística, pasión, gallardía, elegancia? Guillermo Delgado, Alberto Terry, José Fernández, Chumpitaz, Lucho La Fuente, Eloy Campos, La Torre y Nicolás Fuentes. Y la mejor volante, Challe y Mifflin o Cruzado. ¿No era suficiente? ¿No lo sigue siendo?
Que se vayan
Si volvieran las academias como la de Soriano en 1960, varios semilleros habría. Sin duda, el puma Carranza, de pundonor, ha puesto en marcha su loable esfuerzo privado. Estas costumbres no son credo de rufianes. Porque bien pudo la FPF hacerlo. Ni el Ministro ni el presidente actual han podido sacar a Burga. Y Chemo, ha demostrado que tiene el pellejo duro y se quiebra ante el billete. Sinceremos las cosas y dejemos de hablar a media voz.
Estos señores saben que la nación no los quiere, porque está harta de pendejos. Pero se la están buscando. Están provocando. No sé qué están esperando. ¿Están esperando que una convincente delegación de la trinchera norte de la U y la otra del Alianza se emplacen frente a las residencias de estas joyitas y les den un plazo de 30 minutos para renunciar o los “saluden” en alguna calle o aeropuerto? Lo digo, porque ya los escuché.
Finalmente, menos fintas de reorganizaciones y esas posturas de solemnidad. Huachafos en casimires de solemnidad. Más eficiencia, más hechos, menos palabras. Esta vez, no le pidamos nada a los taitas. Nos tenemos a nosotros mismos, creamos en nuestras fuerzas y sentidos. Hagamos las cosas bien, como lo hicimos al llegar (el trabajo de la población) a ser un país con una economía sólida. Aunque algunos payasos y figurettis quieran atribuirse los jamones del éxito económico en las elecciones. Ellos no saben lo que saben los que no saben.
Renán Gorriti Delgadillo
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